La Lectio Divina

Ay la Lectio Divina!! Esa lectura espiritual que nos tiene a todos en vilo, especialmente desde el Concilio Vaticano II. No podemos negar que al menos una vez hemos oído hablar de este método que por cierto, es el más antiguo que tiene la Iglesia para meditar las Sagradas Escrituras y ponernos en "contacto" con Dios Nuestro Señor, por medio de su divina Palabra. Y es que la "Lectio Divina" (LD) fue la práctica judía que utilizaban los rabinos para asimilar la Torá, por medio de la lectura, meditación y oración. De ello tenemos constancia y... ¿a que no adivináis dónde? Sí sí, en las Sagradas Escrituras, como por ejemplo en la 2 carta a Timoteo 3, 14-17 (cita que hemos de tener presente siempre, no sólo para esta cuestión, sino para otras cuestiones que son de vital importancia para defender nuestra fe, como veremos en otras entradas del blog). Bien, a lo que vamos, la cita dice así:

 

"Tu en cambio, persevera en lo que aprendiste y en lo que creíste, teniendo presente de quiénes lo aprendiste, y que desde niño conoces las Sagradas Letras, que pueden darte la sabiduría que lleva a la salvación mediante la fe en Cristo Jesús. Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, argüir, para corregir y para educar en la justicia; así el hombre de Dios se encuentra perfecto y preparado para toda obra buena" (Biblia de Jerusalén).

 

A pesar de que el método de la LD estaba presente entre los primeros judeo-cristianos, fueron los Padres de la Iglesia quienes la pusieron "de moda", en especial Orígenes de Alejandría (185-253), considerado su fundador. A partir de ahí, Evagrio Póntico (346-399) divulgó la doctrina bíblica de Orígenes en la vida monástica; y Juan Casiano (360-433) se encargó de difundir la doctrina de Evagrio en occidente. Vamos, una "cadena de favores" en toda regla que terminó por institucionalizar y regular la LD entre los S. V y VI.

 

LAS GRANDES FIGURAS DE LA LECTIO DIVINA

 

SAN JERÓNIMO (342-420)

 

A pesar de lo citado hasta el momento, el gran doctor de la LD es San Jerónimo (342-420). El santo dio tanta importancia a la Palabra de Dios que la elevó casi a la altura y nivel de la Eucaristía; él nos habla de "la doble mesa", la de la Palabra y la del sacramento Eucarístico. 

 

Lo que hizo San Jerónimo fue formular una doctrina para la práctica de la lectio y es que de hecho, para el santo todas las demás prácticas monásticas se ordenan en función de la LD, con tal de tener más tiempo de practicarla y aprovechar mejor sus frutos. En este sentido, la Palabra de Dios es para él un tesoro, no sólo el más preciado, sino el único.

 

También le debemos a san Jerónimo la estrecha relación en lo que se refiere a le lectio y la oratio, es decir, entre la lectura y la oración, como podemos ver en su famosa carta dirigida a Eustoquio, virgen y santa (sí, sí; es nombre de mujer, lo he revisado varias veces), hija espiritual del santo:

 

"¿Estás leyendo? Es entonces cuando el Esposo te habla. 

¿Estás orando? Entonces eres tu quien habla al Esposo"

 

 

SAN BENITO (480-547)

 

Tras San Jerónimo, llegamos a San Benito quien fue el principal organizador que reguló la institución monástica para que en ella se pudiera practicar la LD. En este sentido, es quien proporcionó las bases de una civilización europea medieval basada en el arado y el libro.

 

Si bien la regla benedictina no ofrece una teoría expresa de la lectio (cómo hay qué hacerla, cuáles son sus frutos, etc) sí que nos ofrece un sistema de vida que facilitaba practicarla intensamente (entre 3,5 y 4 horas de lectura diaria). 

 

No os podéis ni imaginar las IMPORTANTES consecuencias de la práctica de la LD en los monasterios que siguieron su regla. Os mencionamos un par de ellas:

 

1. Salvaguardaron la cultura clásica: Vamos, que gracias a su regla muchas obras de la antigüedad se han conservado gracias a la labor de los monjes al copiar y recopilar los escritos.

 

2. La enseñanza de la lectura y la escritura: Muchas de las personas que ingresaban en la orden benedictina eran analfabetos, pero como tenían que ejercer la LD, aprendían a leer y a escribir sí o sí.

 

 

SAN BERNARDO (1090-1153)

 

Este es el santo que podemos considerar como el místico de la Lectio Divina. Vivió y enseñó la LD como un camino de mística nupcial. Las obras de Orígenes fueron su inspiración (a pesar de que San Jerónimo lo acusó de herejía), por el amor que profesaba a las Sagradas Escrituras, más que ningún otro autor que había conocido.

 

Entre las obras de Orígenes la más querida por San Bernardo fue la de los comentarios al Cantar de los Cantares, donde Orígenes expone la relación de amor entre Dios y cada alma creyente y amante. De aquí que San Bernardo en su obra In Canticum deje constancia de lo siguiente:

 

"Cuando veáis un alma que lo abandona todo para unirse con todas sus fuerzas al Verbo, que vive para Él y se deja guiar por Él (...) y que pueda decir con verdad: "Mi vida es Cristo y morir por Él será para mí el mayor galardón" no dudéis en reconocerla por cónyuge esposa del Verbo" (In Canticum sermón 85, 12).

 

Esto, aunque no lo imaginéis, supone un gran cambio en la concepción de la LD. Dejó de ser un mero ejercicio espiritual, para convertirse en el método que transforma la vida del creyente, al serle mostrado por Dios el plan místico que tiene para él por medio de su Palabra. Y es que:

 

PARA UNA VERDADERA LECTIO DIVINA ES CONDICIÓN PREVIA QUERER CONOCER LA VOLUNTAD DE DIOS Y ESTAR PRONTO A CONVERTIRSE A ELLA DE TODO CORAZÓN.

 

 

LA DOCTRINA DE LA SPONSA VERBI (Esposa del Verbo)

 

En base a San Bernardo y la idea mística de que el alma se convierta en "esposa del Verbo" encarnado, nos encontramos con el beato abad Don Columba Marmion (1858-1923) y su doctrina Sponsa Verbi que consiste básicamente en lo siguiente:

 

Sólo la Virgen María ha tenido el privilegio de concebir físicamente a Cristo, pero todos y cada uno de nosotros podemos (y debemos) concebir la Palabra en nuestra vida, aquí y ahora.

 

Si algo os puede motivar en este gran propósito como cristianos, son las palabras de Jesús en Lc 11, 27-28 (Ah! esta cita también nos servirá para defender nuestra fe, ya lo veréis en un futuro!):

 

"Sucedió que, estando él diciendo estas cosas, alzó la voz una mujer de entre la gente, y dijo: ¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron! Pero él dijo: Dichosos más bien los que oyen la Palabra de Dios y la guardan".

 

 

Y este es el propósito que colectivamente adoptó la Iglesia en el Concilio Vaticano II, tal como lo expresa el comienzo de la constitución sobre la divina Revelación:

 

"La Palabra de Dios la escucha con devoción y la proclama con valentía el Santo Concilio" (Dei Verbum 1)

 

¡¡¡Si es que esta es la actitud pescadores!!! Como Iglesia hemos de vivir de y para la Palabra, por medio de la cual Jesucristo ejerce en ella toda su soberanía.

 

Y creo que por hoy es suficiente, aunque ya sé lo que estaréis pensando muchos de vosotros: que no he explicado nada de como llevar a cabo la Lectio Divina. Eso lo encontraréis en otra entrada, prometido!